Esperando la muerte

Mi abuela no para de cantar. Literalmente. Tiene 98 años y está seca por dentro y seca por fuera. Es terrible verla así. Es terrible haber vivido con ella sus mejores años de alegría, carcajadas, aprendizaje, admiración y terminar queriendo que los angelitos se la lleven porque ya no puede mas.

Hoy ella tararea melodías indescifrables, literalmente todo el día… hasta me atrevería a decir que casi no duerme. Sin duda la entiendo…. no quiere que la pille el silencio y se la lleve la muerte.

Yo le he dicho mil veces, que se vaya. Con la fuerza de mi mente y de mi corazón. Que descanse… si ya no puede mas!. Me da penita verla así… desgastada… con los ojos cansados. Con las orejas gigantes (se han dado cuenta que cuando nos ponemos viejos las orejas crecen en dimensiones impresionantes). Su voz ya no es la misma, ni sus sentimientos, ni sus sonrisas.

Cuando le das una buena noticia, su indiferencia es gigantesca. Cuando le das una mala noticia, es tan sólo una mas en sus largos años de vida, ya el dolor no marca siquiera una mínima diferencia.

Yo me quiero morir joven, porque es tremendo estar así de vieja, super acompañada pero igual de sola. Sola porque ya no puedes hablar con ella, porque la intolerancia es insólita. Sola porque ya no te puede escuchar, por lo tanto lo que le dices dista en años luz a lo que ella entiende… la conversación se desvía para cualquier parte. Sola porque ya no tolera los ruidos. Sola porque ya no quiere hablar sino de lo que ve en la tele (que por lo demás está lo suficientemente distorsionado). Sola porque está sola, ya que todos los que la acompañaban han muerto y sola porque yo, que soy todo para ella, la dejo sola. Me voy lejos, temiendo que al volver, no encuentre esa mirada nubosa, esa sonrisa forzada y sus melodías, que por muy insólitas y exasperantes… son alimento para mi alma.